18 enero 2012

Diciembre 2011


Las madrugadas se transformaron en los espejos.
Momentos en los que decido sentarme a escribir.
Indagar más acerca del hombre sin nombre,
De la mujer que camina apurada,
De los niños que rien y juegan sin pensar en más;

De las mañanas que me perdí,
De los atardeceres,
De los mares
De tantos lugares a los que no llegué,
Por seguir acá, en mi cabeza, en mis ideas,
Por no salir a ver que pasaba afuera/
Un buen comienzo y un buen final, en eso pienso.

Movimientos acompasados,
Siempre rutinas y el no pensar en nada más.
Somos seres moviéndose tan lentamente que no llegamos a ver el Sol salir.
Sentimos pesares tan a menudo que no dejamos que el aire corra libre por entre nosotros.
Movemos, nos movemos distantes.
Medimos cada paso, cada palabra, cada señal.
Es que intento escribir sobre algo que ya no es más.
Es que pienso y siento sobre un mar amarillo.
Lo que no sabés hasta donde va a ser, e igual te adentrás para probar.

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